Wednesday, December 26, 2012

Las muchachas bailan hasta tarde. Hacen círculos, estrellas, mariposas. Están descalzas en medio de la noche. Una mujer que es "la mamá" llega con una sonrisa que ama. Dice la mujer-mamá, con su voz de rosa mojada, y su bata blanca de dormir, que somos preciosas. Nos besa, ella, mientras repite que somos preciosas. Hay que tomar una foto, dice "la mamá", y nosotras, súbitas hijas, eternas hijas, buenas hijas, malas hijas, nos juntamos sonreídas, hechas pura obediencia, puro amor, puro instinto-hija, y posamos como posan las niñas en las fiestas de cumpleaños. No podemos ver la foto porque es una cámara desechable. La mamá, dice la hija primera, sólo usa ese tipo de cámaras. Es parte de la magia-mamá. Se despide, la mamá, con nuevos besos, y con más palabras de amor para las muchachas que desaparecen, otra vez, en el baile y en la noche. Afuera el mundo se acaba. Todos lo saben. Nosotras, las muchachas que bailamos, también.
Dice que sueña con un bebé muy pequeño en la palma de su mano. Hemos interpretado el sueño más de una vez, pero el bebé no deja de existir.
El día jueves se se desliza con sus cuatros patas de metal,
su lengua, sus colmillos, su chaleco
antibalas.

Thursday, December 20, 2012

Tú, bosque pálido,
suéñame una casa alegre.
Con ventanas que se abran siempre
cuando lluvia, o trueno, o mirada de un extraño
se desate. 

Deja, amor mío, que el viento entre.
Que nuble papeles, que traiga peligros, que traiga
maldades. Que las nubes bajen todas,
que los gatos ya no tengan miedo 
del reflejo oscuro en los cristales.

Wednesday, December 19, 2012

La tarde entumecida en tu mirada de solecitos muertos. Quiero soñar con una línea azul despuntando, lenta, detrás de una mancha amarilla. Quiero ver la formación de un anaranjado. O un lila. Ahí, creo, reside lo feliz.

Poema para el fin del mundo (después del fin del mundo)

El asombro apretado en la garganta gris de un niño
gris.

En la mañana, los animales cantan. Cuando el sol se sacude sus últimas telarañas y tu voz,
cristal acongojado, me nombra
una última vez.

Los hombres de hiel,
bajan las cabezas. Empieza,
otra vez,
el mundo.

Tuesday, December 18, 2012

de las estatuas

Para Chiara, que me hizo pensar en estatuas

Deseo ser estatua. Y que se enamoren de mi. Que escriban versos de cómo
mis formas atraviesan el dolor del tiempo, de cómo
el sudor de la noche se acuesta en mis hombros, de cómo
me lleno de una oscura porocidad,
de ojos cerrados, de brisa mojada,
de playa, de cielo, de
odio.

Deseo de estatua. Ser la quietud de un paisaje. Y
que se enamoren de mi. Cazadores inauditos de una piel tan anestesiada:
aire maduro, sutileza extraña.

Saturday, December 15, 2012

El aguacero que es tu voz
debajo de mi almohada.
        El pestañeo inútil de las cosas
cuando
      imitan al amor


Sunday, December 9, 2012

qué peligro sentarse sola a esperar. vestirse con un cuidado casi banal. cruzar las piernas como quien quiere provocar. sentarse así, muy derecha, muy natural, muy elegante-casual. qué peligro usar el lipstick que ella me regaló. mac, verve AA1. qué peligro leer los rostros, y las manos de los que se cansan cuando es casi tarde y las oficinas se vacían y la calle los recibe, nos recibe, con toda su bondad de pavimento duro y soledad. qué peligro, quedarse quieto un rato, mirando un horizonte que no existe, tallando una luz para más tarde, acumulando tonos de marrón, verdes, azules, memorizando vestidos cortos, pasos firmes, bocas que por la mañana eran de otro color. qué peligro, la tarea de salir, de amar, de no entender, de aceptar.

Friday, December 7, 2012

llego de afuera (con todos los peligros, con todo el cansancio, con toda esa inexplicable culpa que se recoge siempre que se está afuera) y entro en la dimensión del ruido suspendido. me detengo frente a la puerta. me declaro extranjera en mi propia casa que, como todo lo propio, tampoco es mío. entonces, detenida, calculo mis movimientos con precisión de muchacha bonita con ropa apretada (pantalones de cuero, si se puede) metida en película de acción. cierro la puerta tras de mi y no se escucha nada. lo hice muy bien. me felicito en silencio. doy un paso, dos, tres, enciendo una luz. a lo lejos veo su cuerpo sepultado en un mar de sábanas casi absolutamente limpias. todavía no toca lavar, pero casi. me acerco, lo miro con perverso amor de madre. queriéndolo despertar desde este absurdo silencio que no tiene ninguna razón de ser si se considera que él duerme profundo. livianamente, salgo de la habitación. cierro la puerta tras de mi, again, ningún ruido. me felicito más y mejor que la primera vez. llego a la cocina, más tranquila, y más consciente de mi estupidez. 

hay que ver las cosas que se hacen para no dejar de ser un poco relevante. 
hay que ver que tener una vida es casi tan difícil como fingir tener una vida. 


quisiera que la gente no usara la palabra exilio con tanta frecuencia. eso quisiera. que se dijeran otras palabras más pertinentes a la vida. a los días, a lo gris sembrado en el cielo, a lo atento de sus ojos por la mañana.
al cansancio de mis pies cada vez que hace frío y la habitación queda más lejos que de costumbre. 
quisiera, también, que hoy lloviera algo. que hubiese justificación alguna para esta deficiencia de amarillo. 
pero sobretodo, repito, (no sin cierto dolor, no sin cierta timidez) quisiera que la gente dejara de decir exilio. que nacieran otras palabras, o que se reciclaran algunas de las que ya tenemos, como hoja, o cuadrante, o alfiler, o refrigerador. para nombrar esta intranquila costumbre de no ser, para domesticar esta imperfecta, oscura alegría de no estar.